viernes, 13 de enero de 2012

Bitácora de viaje: Ecuador (la selva me llama!)

Viajamos a ecuador en el verano del 2009, y fue un viaje que nos marcó: porque nunca habíamos ido tan lejos y porque cerramos los ojos y nos lanzamos a la aventura: nada de lo (maravilloso) que fue sucediendo estuvo planeado. Dormimos en hoteles sin reserva (hasta sin saberlo, pasamos varias noches en un hotel que por ser baja temporada lo usaban de... hotel alojamiento!), atravesamos el país en buses de lo más diversos (desde semi cama con aire acondicionado hasta en micros ilegales donde nos paró la policía, en una ruta que llegaba a Colombia, para revisarnos en busca de drogas...), comimos los platos más suculentos, tradicionales y exquisitos, estuvimos en playas semi vírgenes repletas de surfers de todo el mundo, recorrimos la selva... fue sin dudas una aventura, y qué bueno que aprovechamos ese momento para hacerlo, porque con un pequeño ninja a cuestas, aunque no imposible, lo vería complicado. Blanqueo dos cuestiones: en ese momento todavía no tenía mi cámara actual y todas las fotos fueron sacadas con una cámara hogareña, de bolsillo.... y en este viaje comenzó a picarme el bichito de la fotografía más nunca, sentí que necesitaba algo más (en cámara y conocimiento). También notarán que me veo un poco más "fuertecita", jaja, gracias Amadeo por quitarme el tiempo libre que usaba para comer!

Llegamos al casco antiguo de Quito, que es la parte de la ciudad que nos interesaba (la parte moderna es igual a Puerto Madero, y me imagino que todas las partes modernas de latinoamérica son más o menos similares). Comimos en todos los sucuchos donde comía la gente que vivía y trabajaba en la ciudad, como si fuéramos nosotros parte de la gente común y no turistas, y fue un acierto, todo era delicioso y económico.

Subidas y bajadas de Quito. La ciudad está repleta de iglesias que datan de la llegada de los españoles... nunca vi tanto oro junto en mi vida.

Cosas que se ven en la calle...
Mercado de tejidos y artesanías de Otavalo, el más grande de Ecuador y dicen, del mundo. Pese a ser humildes, la comida es tan nutritiva que todos los chicos están fuertes.


Fue un viaje de alrededor de tres horas en ruta. Cuando volvimos a Quito, estrenamos todos nuestros abrigos porque... hacía mucho frío.
Otro viaje de un par de horas nos llevó a "La mitad del mundo". Literalmente. Pisamos la línea del Ecuador. Mariano no pudo evitar (accidentalmente) tener un cachete en cada hemisferio. Curiosidad: por estar en el centro del planeta, se ve afectada la gravedad y al pesarse... uno pesa menos!


Cuando veo un animal manso, no puedo evitar acariciarlo. Este burrito era de lo más tierno. Qué pasa cuando estás en un país diferente, con costumbres culturales distintas? Todo te confunde y hasta le ponés sal al café... después, agregále toda el azúcar que quieras, ya es insalvable!

Camino al único volcán habitado y en actividad en el mundo...

Por un buen rato no vimos nada más que vapor, pero por un segundo se disipó y pudimos ver la aldea. sólo se puede descender a caballo.

Los chicos solían andar solitos (con sus papás cerca) y eran muy pícaros, sabían pasarla bien.

Nada mejor que tomarte un coco fresquito... Cuando llegamos a Baños, encontramos un chico del lugar que nos hizo de guía en la selva.


Ya había hecho bungee antes en Salta y había sido una experiencia genial, pero... esto fue extremo: en lugar de saltar, tenía tanto miedo a saltar desde un puente donde te pasaban autos raspando que casi me caí; eso hizo que perdiera noción del salto y pareciera más una caída y el arnés me dió un tirón que me dejó un moretón y un dolor fuerte por varios días... te juro que no lo hago más (en Ecuador), mami!

El alivio de que ya había pasado... me quedaron las piernas temblando por un buen rato. Después atravesamos don montañas con un río caudaloso y rocoso en esa tarabita. Fué lento, nos dío una vista increíble y aunque era como estar flotando en una jaulita a tanta altura, se sintió seguro.
Jose, nuestro guía, nos llevó a una caminata por el monte que desembocaba en una cascada hermosa.

Cómo extraño esos desayunos! Sobre todo los huevos revueltos, las mermladas tropicales y el batido de piña...

En el medio del monte encontramos un zoológico de altura.

Y nos animamos a una caminata que atravesaba ríos, puentes colgantes y caminos de cornisa. Casi nos encuentra la noche en la oscuridad del monte...
Mi explorador se animó a todo y hasta encontró el camino cuando yo ya me estaba desesperando (no sólo casi nos perdimos, también me torcí el tobillo). Después de llegar al hotel, nos dimos un baño de inmersión en las termas naturales del lugar. El olor a azufre y otros minerales era fuerte pero la piel te quedaba divina y cargabas pilas para el próximo día.

El volcán Tungurahua está activo. Por las tardes cae un polvillo blanco y finito.Ok, les voy a ser sincera, por ser una foto sacada con cámara de bolsillo, me siento muy orgullosa de esta imágen. Una vez mi profesor de fotografía (Claudio Blanco) me dijo que era digna de concurso...


Fuimos a un refugio de monos rescatados del tráfico ilegal; algunos tenían heridas de balas, inclusive. Después de un rato, tomaban confianza y hasta te revisaban los bolsillos en busca de comida! Me hizo tomar real dimensión del problema del tráfico de especies en peligro de extinción. Nadie debería comprar un animal protegido por la ley y someterlo a vivir fuera de su habitat. Simplemente está mal.

Visitamos una comunidad quechua.

Y nos adentramos en la selva, donde sólo se puede llegar con guía. Fue una experiencia maravillosa.; por mis venas corre, entre otras, sangre guaraní, y estar en ese lugar despertó algo instintivo y primitivo. Me sentí siempre cómoda... será este también mi verdadero habitat?






Nos recibieron afectuosamente y nos convidaron con pescados sacados del río esa misma mañana: Como vajilla, hojas de plátanos y los dedos.

Encontré a dos pequeños amantes de la hamacas paraguayas como yo! Tuve que jugar con ellos... después, navegamos el río Puyo (que desemboca en el Amazonas) en una canoa hecha de una sola pieza, o sea, tallada en el tronco de un árbol.



Durante este viaje conocí el cielo desde arriba...

y llegamos a "Montañita", una playa hippie escondida y llena de surfers de todo el mundo. El encanto de Ecuador es que tiene estos lugares maravillosos sin ser explotados como destino turístico de lujo.

Las olas de Montañita son buscadas por surfers profesionales de todas partes.  puerto lopez, una playa cercana en un pueblito de pescadores.

Atardecer en Puerto Lopez...
Así es el centro de Montañita: calles de arena, construcciones de madera, muchos hippies y música, fogones y tragos en la playa por la noche.

Al atardecer, los cables se llenaban de pájaros...


Postal de una pareja al caer el sol... les prometí enviarles esta foto pero perdí el papelito con su mail...

los mojitos le sentaban muy bien a mi chico caribeño...

Nos dimos el gusto de comer como los dioses y probar una langosta entera cada uno! Y volvimos a Quito para regresar a casa.

Viajar, viajar, viajar... en estos días no puedo pensar en otra cosa y secretamente ya estamos planeando nuestro próximo destino (todavía no lo cuento por cábala!)

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