viernes, 18 de mayo de 2012

Una carta al más allá


 El feriado del 1º  de mayo estuvimos en Córdoba (ay, si los tendré cansados con esto!), pero más allá de recorrer nuestro amado Durazno con nuestra familia, también cumplí una misión... una semana antes del viaje, una alumna de secundaria, quien perdió a su mamá inesperadamente hace algo más de dos meses de una enfermedad terminal, no se veía bien, lógicamente. Me contó que ahora sin su mamá, ella y sus hermanos (son cinco) quedaron a cargo de diferentes tíos y abuelas. Como si no bastara con perder a su mamá, ahora estaban todos separados. Me aguanté las ganas de ponerme a llorar yo también para buscar la manera de tratar de reconfortarla un poco... y se me hizo muy difícil: de verdad que a veces la vida es muy injusta. Pero no quise quedarme con ese sentimiento y menos transmitírselo a ella, qué vaya si lo sabe...



Entonces le dije que su mamá podía escucharla, que no perdiera el contacto con ella, que le expresara todos sus sentimientos, sus miedos, sus anhelos, aunque sea por escrito. Y casi de inmediato se puso a escribir: escribío una carta hermosa que quiso que yo leyera y guardara, dirigida a su mamá, donde fuera que estuviera. Y a mi se me ocurrió algo mejor: le dije que en mi viaje, iba a buscar el lugar más hermoso que encontrara, en medio de la naturaleza, para dejar su carta... en medio de tanta paz y tanta belleza, no había forma de que su mensaje no llegara a destino y se quedara ahí para siempre.




En el medio del viaje, supe cual iba a ser el lugar, aún antes de llegar. Ya adentrándose en el camino que atraviesa las sierras desde el Durazno, sólo se puede seguir adelante con vehículos 4x4. Así que llegamos hasta el punto más lejano que nos permitió el auto y de ahí caminé un poco, atravesé un alambrado, y trepé por unos pastizales hasta que encontré una piedra gigante que daba, cual palco del Colón, al paisaje más hermoso del bosque y del río. Ése era el lugar y ahí dejé la carta, tranquila en mi corazón de que quedaba en buenas manos. Saqué las fotos y me traje una piedrita y hoy se las doy a mi querida alumna, para que de alguna manera, esté también ahí.


 


Y mientras escribo este relato, Mariano está haciendo dormir a Amadeo y no me alcanzarían los brazos y los labios para besarlos y abrazarlos y decirles cuanto los amo y los necesito. A veces no hay que esperar hasta mañana. A veces el momento es ahora. Siempre ahora.



Fotos Gaby Morales

Que tengan un finde adorable junto a sus seres más queridos!

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