lunes, 3 de octubre de 2016

Bitácora de viaje: Parque Nacional los Glaciares y Glaciar Perito Moreno

Primero lo primero: un retrato de mis hijos una vez por semana, todas las semanas:




La semana pasada hicimos un viaje relámpago a Santa Cruz: hicimos base en El Calafate por tres días y desde ahí fuimos al Parque Nacional los Glaciares a visitar el Perito Moreno; después, seguimos hasta El Chaltén (el parque nacional es tan grande que entra y sale de varias ciudades!). Les voy a contar este viaje en tres entregas: esta es la primera.
 Ni bien bajamos del avión (fué un arribo accidentado y con suerte al mismo tiempo, se los cuento después) nos esperaba un auto alquilado, y sinceramente fué la mejor opción para movilizarnos en este viaje. A minutos de haber llegado al hotel, sin nuestras valijas por un conflicto gremial y con lo que teníamos puesto encima (y sin nada de la indumentaria térmica que había preparado para el viaje) nos lanzamos en busca del glaciar!

La naturaleza es tan pero tan sabia, que te da varios kilómetros de paisajes hermosos para ir preparándote para lo que vas a ver y vivir. Llegamos al parque en menos de una hora bordeando el Lago Argentino y viendo los picos blancos de las montañas. 





Después de un rato, apareció a lo lejos una masa blanca y todos gritamos "Ahí está!!!"


Cuando retiramos el auto alquilado del aeropuerto, el chico que nos atendió nos aconsejó muy sabiamente que, como era muy temprano y el día estaba soleado, aprovecháramos para ir directamente al glaciar, porque como el clima de montaña es muy cambiante, nos arriesgábamos a que estuviera muy nublado o lluvioso al día siguiente. Siempre es buena idea escuchar los consejos de la gente de un lugar! y así estuvimos frente al glaciar Perito Moreno antes del mediodía con un sol precioso. El frío fue muy llevadero, y por suerte nuestros ninjas estaban muy abrigados (gracias a que quien les habla, aunque tildada de exagerada por alguien que ya se imaginarán, insistió en que subieran al avión con camperas!)


La primer gran impresión del glaciar es desde la costa, y ya es hermoso e imponente, pero nada se compara con la travesía en barco y con las pasarelas que dejamos para después: cada ángulo del glaciar es diferente y único y sólo juntando todas las perspectivas, se puede tener una idea de lo inmenso que es.

Siento un gran orgullo por estos ninjas que son súper exploradores (más de una vez, algún turista extranjero se habrá preguntado que quería decir la frase "Amadeo cuidado, bajá de ahí!" jaja) pero que también me sorprendían alejándose para quedarse así, inmersos en la contemplación del paisaje. Y me siento reflejada en ellos: yo también necesité más de una vez durante este viaje, alejarme unos pasos para absorver a la naturaleza por mi propia cuenta, internalizar esta información de este pedazo de mundo nuevo y maravilloso, como sacando una foto mental que no se comparte con nadie y sólo queda para mí, porque ninguna forma de expresión le hace justicia.


Momento de abordar el barco: aunque este viaje fué un regalo de cumpleaños para Mariano, que siempre soñó con este destino, a la cara de cumpleaños en todo momento la tuve yo!

Me da vértigo de sólo ver esta foto. Algún día estos ninjas se subirán a barcos y a aviones por su cuenta y yo no voy a estar siempre ahí para decirles que tengan cuidado, así que confío en todo este tiempo de práctica y aventuras que les podemos dar como entrenamiento; Si realmente quiero que estos ninjas descubran el mundo por ellos mismos, tengo que aprender a dejarlos recorrerlo un poco solos. 

La alegría de acercarnos al glaciar! 

Viajar en temporada baja tiene sus grandes beneficios: vuelos más baratos, un frío no tan extremo, más tranquilidad y menos multitud!

Cuando nos acercamos a trescientos metros, que es lo máximo permitido, pudimos salir a cubierta.

Felíces 36 años, Mariano! Gracias por compartir tu fiesta y la cara de felíz cumpleaños con nosotros! jaja


Y aquí está el cumpleañero y el único tripulante de la embarcación, frente a un glaciar y con clima bajo cero, que no tenía campera porque la dejó en el equipaje que quedó en el avión! por suerte yo llevaba un chal de lana que le amortiguó un poco el frío, pero se lo bancó con una sonrisa como el súper héroe que es!

No me imagino un mejor compañero para soñar aventuras...

Y hacerlas realidad juntos! Te amo, Mariano.


Sólo el paseo en la lancha te da una dimensión más o menos real de la extensión de esa pared de hielo: pasan los minutos y nunca se llega a la otra orilla! Y qué me dicen del look con chal de Mariano? Tiemblan Alan Faena y Francis Mallmann!


Tal vez sea sólo yo, pero en casi toda la extensión de la pared del glaciar pude ver cómo se formaba una bandera argentina, al menos a revisar las fotos... tal vez sea un efecto de la luz, los sedimentos o qué se yo, pero la veo ahí.



Habían muy poquitos chicos en el recorrido pero yo recomiendo que se animen a vivir estas aventuras con chicos chiquitos. Todas las aventuras en familia son las mejores experiencias y construyen anécdotas, grandes recuerdos y son oportunidades únicas para hacerse preguntas y aprender. 

Los grandes, también maravillados con el glaciar. Es necesario usar lentes de sol porque el brillo del reflejo sobre el glacial, casi lastima la vista!

Yo no sé cuanto va a recordar Gaspi de este viaje en el futuro pero como una vez nos dijo nuestro pediatra, todas estas experiencias contribuyen a que los chicos formen su sensibilidad, y estoy segura de que es así.

Después de tantas horas de viaje (nos habíamos levantado a las 3 am para salir al aeropuerto y desde entonces Amadeo no se volvió a dormir de la emoción), un ninja se relajó con el vaivén del barco y los mimos de papá...

Si Elsa de "Frozen" no vive por acá, debe ser a la vuelta, che...



Éxtasis total! jaja

Con vos hasta el fin del mundo, compañero.


Cuando volvíamos a la costa, Gaspar encontró a una amiguita de su mismo tamaño...

y pronto se hicieron inseparables!

Bueno, hasta que tuvimos que bajar! Creo que no llegó a ser una amor de verano, fue un amor de glaciar!


Como crecés tan rápido, Amadeo! Ya te veo tan muchachito, tan noble y también decidido y con voz propia...


Muchas veces me preguntan cómo hacemos para viajar seguido, y esta es la respuesta: Decidimos que viajar sea una prioridad. Esto quiere decir que en casa no compramos ropa de marcas ni juguetes caros, ni tenemos un 0 km todos los años y una vez que estamos en el destino elegido, nos manejamos con un presupuesto determinado: acá me ven comiendo sanguchitos porque como se imaginarán, la única confitería dentro del parque y con vista directa al glaciar es carísima. Este es un buen tip de viajeros: antes de llegar a tu hotel de destino, buscá un supermercado donde comprar agua, galletitas, frutas y lo necesario para una vianda en el camino!

En casa los sanguchitos no pasan seguido, así que es un menú esperado con ansias por nuestros ninjas; ganamos todos, jaja!


Después del almuerzo, fuimos a las pasarelas: son 5 kms. que bordean al glaciar y te dan una vista panorámica espectacular. Otra vez, durante unos cuantos minutos, tuvimos a todo el glaciar sólo para nosotros! Hay cosas que, definitivamente, el dinero no puede pagar...


Entre las valijas y las cosas que nos quedaron en el avión, estaba la mochilita de trekking porta niños, así que con Mariano nos turnamos para cargar a Gaspi que se cansaba rápido, aunque él lo llevó más que yo. Amadeo, corría y elegía el camino: nosotros lo seguíamos! Fué un guía muy intuitivo porque nos llevó directamente a las mejores vistas!


En esta parte del recorrido, el clima empezó a cambiar y a sentirse cada vez más frío! Mariano insistió en seguir igual.



Mientras íbamos descendiendo, nos cruzamos con una chica italiana que subía y le pedí una foto de los cuatro que sacó muy gentilmente. El código intrínseco de viajeros dice que una foto se cambia por otra, así que le ofrecí sacarle una foto con su cámara y salió divina!

Quien lee este blog desde hace un tiempo, ya sabe que cuando algo me emociona, no puedo contenerlo, se me sale para afuera! Cuando llegamos a este momento del recorrido, frente a esta vista, frente a esta inmensidad absoluta, se me hizo un nudo en la garganta: sentí, al igual que como me pasó en Cataratas del Iguazú, una fuerza viva, que respira, y de la que somos parte: sentí esa conexión con la naturaleza que tenemos adormecida y que sólo algunas experiencias muy puntuales logran despertar: esta es una de ellas. Con Mariano seguimos coincidiendo en que estos lugares deberían ser nuestros templos y santuarios, en estos lugares está lo divino, lo espiritual, la inmensidad que te hace darte cuenta de lo chiquititos y frágiles que somos, que es la vida. Y aunque el glaciar es tan imponente y fuerte, hay resquebraduras, huecos, hace un grito estruendoso cada vez que se rompe, duele, sus partes se desprenden, se pierden y sin embargo sigue ahí, mirando hacia adelante, mirándonos a nosotros... Hay un refrán que dice algo así como "Si miras mucho hacia al abismo, el abismo también te mira a tí" y nunca lo había entendido tan bien como ahora.

Aprendimos que en realidad, este gran manto de hielo patagónico está compuesto por más de 47 glaciares de los cuales sólo seis son accesibles, el resto se encuentran directamente sobre las montañas de los andes; algunos glaciares se llaman colgantes porque literalmente están atrapados y cuelgan entre dos o más picos de montañas. Este es el manto de hielo más grande del mundo después de la Antártida y fué declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1981 (el año en que nací!). 




Siento que fue un gran privilegio haber estado ahí, respirar el aire más puro del mundo, sentir el frío del glaciar por la piel, mirar los ojos maravillados de mi familia y de turistas de todo el mundo y entender ese sentimiento no importa de donde venimos. Hasta pronto, glaciar. Ahora puedo visitarte cada vez que quiera con tan sólo cerrar los ojos, Y sentirte a vos, a esta Argentina increíble cada vez más en mi corazón.
Fotos Gaby Morales.

Que tengan una gran semana por delante!

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